Un progreso lento, pero seguro y lleno de amor

Un progreso lento, pero seguro y lleno de amor

03/07/2024

Hablamos con la Hermana Ramila, misionera en el centro de Madhurya Bhuvan, en Ahmedabad, India.

 

En vuestra misión cuidáis de niños con discapacidad. ¿Por qué era necesario este centro?
Cuando nace un niño con discapacidad en India, sobre todo en entorno pobres como éste en el que trabajamos nosotras, no es un motivo de alegría. Las familias preguntan por qué Dios les ha hecho eso, considerándolo una pena. El centro nació en 1983, mudándose en 1986 a la casa actual, para dar respuesta a esta realidad.

¿Qué servicios ofrece el centro a los niños con discapacidad?
El centro atiende a 75 niños, además de contar con un internado en el que se acoge a otros 30 niños. Aquí se les dan clases y se les enseñan habilidades básicas, ya que muchos de ellos no saben cómo mantener su higiene o ir al baño, por ejemplo. También se les ofrece fisioterapia todos los días, que es muy necesario para ellos: tenemos discapacitados físicos y mentales, y algunos no pueden andar por sí mismos, pero se agarran a la pared y consiguen ir mejorando poco a poco con los ejercicios. Además, tenemos un logopeda que los visita 3 veces a la semana, y un médico que les realiza un chequeo de salud 2 veces al mes. Contamos, aparte de esto, con los medicamentos que necesitan. Y realizamos formaciones con los padres, para enseñarles todo lo que hacemos y que ellos puedan realizarlo también en casa.

También ofrecéis terapia ocupacional, ¿cuál es el objetivo?
Esta terapia es muy importante. Algunos de ellos son muy distraídos o hiperactivos, incluso agresivos. Necesitamos estimularlos de forma adecuada y tranquilizarlos. Para ello, disponemos de cajas con objetos de colores, con los que se concentran y se divierten, así como una clase con suelo de goma de colores que, tan solo al verlo, les causa alegría. Y tenemos muchos materiales con los que conseguimos calmarlos: columpios, escaleras bajas, toboganes... todo esto tranquiliza su mente.

¿Cómo es un día normal en el centro?
A las 8 de la mañana les levantamos, les bañamos y les ayudamos con su higiene, ya que algunos no pueden hacerlo solos. Después, les damos el desayuno y, a las 9, comenzamos las clases. Les enseñamos a reconocer el tamaño, color y dureza de los objetos. También trabajamos con las letras y los números. Las clases se configuran de acuerdo a las capacidades de los niños. Los que pueden, aprenden a leer y escribir. A mediodía, les ofrecemos comida y té. Tras las clases de la tarde, a las 16 horas, pasan a cocina y les enseñamos a preparar sus propios alimentos, para reforzar su autonomía.

¿Cómo es el progreso de los niños?
No es rápido. Hay que enseñar todos los días lo mismo y quizás, al cabo de 2 ó 3 meses, lo aprendan. Los padres no tienen mucha paciencia, pero se alegran mucho cuando ven que los niños, al cabo de 1 mes, por ejemplo, ya pueden comer por sí mismos. Me acuerdo del caso de una chica que fue muy difícil al principio, ella no quería entrar en la clase y mordía a los otros niños. A veces, no comía, y no le gustaba dormir en la cama. Ahora está en el internado. Ha mejorado mucho, y para nosotras es una gran alegría. Hay muchos casos como éste.

Tengo entendido que los niños participan en Olimpiadas nacionales.
Sí, es una gran alegría para ellos. Participan en baloncesto y en la prueba de botar la pelota, aquéllos que pueden. Han ganado premios muchas veces, y esto es un orgullo que les llena de satisfacción.

¿En qué utilizáis los fondos que recibís?
Compramos todo el material que utilizamos en las clases, y tratamos de mejorar el servicio que ofrecemos. Antes, por ejemplo, teníamos que llevar a los niños a otros centros para realizar sus ejercicios de fisioterapia; ahora pueden hacerlos aquí. También hemos comprado paneles solares, porque la electricidad es muy cara, y así ahorramos recursos. Además, compramos verdura y otros alimentos para enriquecer la dieta de los niños. Aparte de esto, hemos comprado una lavadora, porque se hace necesario lavar las sábanas todos los días. Y hemos iniciado unas pequeñas obras para reparar los baños de las chicas. Por otro lado, las familias de los niños contribuyen a la financiación del centro de acuerdo a sus posibilidades económicas, pero muchas familias no pueden pagar nada.

¿Qué mensaje quieres enviar a nuestros benefactores?
Un mensaje de agradecimiento. Agradecemos muchísimo la ayuda que recibimos. Gracias a eso, el centro funciona y logramos sacar a los niños adelante, consiguiendo que en el futuro se valgan por sí mismos. Esto, además de permitir su autonomía, es también un alivio muy grande para el sufrimiento de sus padres. Rezamos por nuestros benefactores todos los días.