Hermana Janett Hodgson, misionera en Guatemala.

Hermana Janett Hodgson, misionera en Guatemala.

17/06/2015

La Hermana Janett desarrolla su labor en la misión guatemalteca de Fundación Juan Bonal, trabajando para el desarrollo de la mujer indígena. Allí, han comenzado ya a trabajar en la línea de proyectos estratégicos de la Fundación. Ella comparte con nosotros cómo se ven las cosas desde aquel rincón del mundo.

 

¿Cómo es que fuiste a parar a Guatemala?, ¿cuánto tiempo llevas en esta misión y qué motivos te llevaron a la misión en la que ahora realizas tu labor?
Vine a parar a Guatemala por designio de Dios, porque yo estaba muy bien y feliz trabajando en el Colegio San Antonio, Ciudad Darío, Nicaragua, y a petición de la Hermana María de los Ángeles Garita Cuendis, Superiora de nuestra Provincia Madre Ràfols, Dios, me sacudió y me envió a esta tierra linda del quetzal.
Soy nicaragüense, y las personas que pertenecemos a los países centroamericanos, corazón del Continente de América, por ende tenemos muchas cosas en común. Pero Guatemala es un país pluricultural y multilingüe, representado por 22 pueblos de origen maya que, para algunos, es una gran riqueza para la nación, aunque otros lo consideran un obstáculo para el desarrollo de la nación en conjunto.
Llevo 2 años y 3 meses en esta misión, y los motivos que me trajeron aquí fue la obediencia y la fe en que Dios me iba a acompañar en esta entrega constante en el día a día, por amor a quienes Él ha puesto en mis manos, lógicamente unida a mi comunidad.

Y cuando llegaste a Guatemala, ¿qué encontraste, cuál era la situación? Imagino que habría muchas necesidades, pero ¿qué era lo más urgente?
Sí, las necesidades son muchas y en las zonas indígenas mucho más. Éstas ocupan el primer lugar en desnutrición y muchos niños mueren por tal razón. La población estudiantil que llega al Centro presenta severos problemas de desnutrición, problemas estomacales e infecciones de la piel, por lo cual se hace necesaria una alimentación balanceada que les ayude a estabilizar su organismo y su peso medio. La pobreza extrema, las consecuencias de la guerra, el desempleo, la violencia intrafamiliar, el maltrato a la mujer y el violentar sus derechos son algunas de las situaciones con las que tenemos que enfrentarnos a diario.
Para nosotras, lo más urgente es prevenir y educar a la mujer indígena para que defienda sus derechos y tenga todas las posibilidades de superación, enfrentarse a un mundo distinto en el que se ha encerrado o la han encerrado, empoderarlas y que aprendan a decir “basta ya” de violencia, de maltrato, de desvalorización de sus derechos, como hijas, esposas y madres.

Desarrollas tu labor en medio de la cultura guatemalteca. ¿Cómo es el entorno social en el que trabajas?, ¿te facilita las cosas?, ¿cómo se valora allí a la misión y a la figura de la Hermana misionera?
El entorno social en el que trabajo es bastante difícil: una sociedad machista, en la que solo los hombres tienen la última palabra, incluso en trabajos que se desarrollan en la Iglesia. Hay mucha riqueza cultural, pero también una mezcla de creencias religiosas con mucho de brujería, y esto afecta a nuestras estudiantes, porque algunas han abandonado el centro, han dejado de estudiar porque el curandero les ha dicho que tienen “una maldad” (hechizo) y deben volver a sus aldeas, a sus hogares si quieren curarse. Sus papás deben pagar al curandero grandes cantidades de dinero para deshacer el hechizo, entonces venden sus parcelas o piden préstamos al banco para hacer lo que el curandero les ordene hacer.
Algunas personas valoran que las hermanas llevemos el trabajo muy bien y agradecen que seamos parte de la aldea, nos felicitan y la mayoría de los padres de familia dicen que dejan a sus hijas en el Centro porque les gusta la forma de enseñar y los valores morales, espirituales, sociales que aquí se les inculcan. Otras ven los toros desde la barrera, como decimos aquí: no quieren involucrarse en nada, pero estamos seguras que poco a poco serán parte de este camino que queremos recorrer juntos.

Estáis planteando muchas reformas a través del proyecto de empoderamiento de la mujer en Guatemala. ¿Qué objetivos os habéis marcado con este proyecto?
Gracias a Dios, y a los recursos que la Fundación Juan Bonal nos está proporcionando, estamos logrando que se puedan hacer realidad las metas que, como Comunidad educativa, nos hemos planteado.
Con los objetivos propuestos, es darle continuidad a lo que hemos venido realizando las hermanas con la educación integral de las jóvenes del internado y sus familias. Es una experiencia, gracias a Dios, implementada a nuestro estilo, desde nuestro “carácter Propio”, en donde toda la comunidad educativa se enriquece.
De los objetivos de nuestro Plan estratégico le presento: 
1.- Mejorar la calidad de la educación en los niveles básico y diversificado que brinda el Centro de Promoción Femenina Ratz’um K'iché, con orientación hacia la formación laboral y ocupacional.
2.- Impulsar procesos de sensibilización y concienciación sobre los derechos de la mujer en la comunidad educativa que favorecen el empoderamiento de las alumnas.

¿Recibe el proyecto la colaboración de todos?, ¿qué facilidades y dificultades estáis encontrando en su implantación?
Déjame decirte que todo al principio es difícil, especialmente porque las primeras que debemos aceptar y valorar la forma de presentar proyectos somos nosotras, las Hermanas, y no estamos preparadas para esto. Además, porque supone cambios, pero gracias a Dios hemos encontrado personas que nos han dado su tiempo, su experiencia y ahora ya son parte del Proyecto. La facilidad es que el Ministerio de Educación nos ha abierto la puerta y vamos de la mano con ellos, además del alcalde del municipio y otras organización que existen en la zona.
La verdad, dificultades en la implantación del proyecto, sí se van encontrando, porque la población con la que nos encontramos en este momento está viviendo procesos políticos electorales, y cualquier mensaje que se quiera transmitir puede ser tomado como campaña política, así que debemos actuar y transmitirlos con mucha cautela, debido a que vamos a trabajar con jóvenes, adultos y población en general.

Trabajáis muy duro cada día para mejorar las cosas. Si nos ponemos a imaginar, ¿cómo es tu visión ideal de Guatemala?
Mi visión ideal de Guatemala es que a la mujer guatemalteca se le respete en sus derechos e igualdad de oportunidades, que la calidad de la educación guatemalteca deje de estar escrita en libros y se lleve a la práctica, que todos los niños y niñas puedan tener una buena alimentación y tengan acceso a la educación.
Una Guatemala libre de todo lo que no le deja avanzar hacia un futuro lleno de esperanza, la tierra linda del quetzal.

¿Qué importancia tiene para ti el padrino o madrina, y el colaborador?, ¿qué impacto tienen estas figuras sobre tu trabajo diario?
Para mí, los padrinos son las manos largas de nuestras tareas diarias, porque gracias a ellos, las 178 alumnas que tenemos en el Centro están despertando a un futuro mejor, para contribuir a una sociedad más justa y solidaria en donde reine la justicia, la paz y el bienestar.
El impacto en mi trabajo diario es que, gracias a su bondad, a su solidaridad y corazón generoso, un promedio de 3.000 jóvenes han tenido la oportunidad de estudiar en el Centro de Promoción Femenina Ratz’um K’iche’ en sus 18 años de existencia en la Aldea Boloncó, municipio de Fray Bartolomé de las Casas, departamento de Alta Verapaz, Guatemala.
A las jóvenes les inculcamos el ser agradecidas con sus padrinos, y la forma de demostrarlo es escribirles tres veces al año, contándoles todo lo que hacen en el internado.

¿Cuál es tu mensaje para el primer mundo?
Mi mensaje para el primer mundo, para quienes quieren aportar para Guatemala, es decirles que no duden en seguir apoyándonos, que nosotras queremos unir esfuerzos para que Guatemala logre salir adelante y sea una Guatemala próspera, con educación, con salud, con buenos niveles de educación, que cuide el medio ambiente y que fortalezca a la familia en todos los aspectos.
Dios les bendiga y les guarde en la alegría de dar más que en recibir.
 
Muchas gracias, Hermana Janett.